lunes, 27 de julio de 2009

LIBRO: DE LA CODEPENDENCIA A LA LIBERTAD

Os recomiendo la lectura muy interesante de este libro de Krishnananda que habla sobre la codependencia. Está destinado a todas aquellas personas que desean profundizar y tomar conciencia sobre su codependencia (dependencia emocional) conocer su niño interior y liberarse de las ataduras y vínculos destructivo,
La mayoría de nosotros somos codependientes sin darnos cuenta de ello y establecemos vínculos afectivos dependientes, por necesidad no por amor, vínculos insanos que nos generan sufrimiento debido a nuestro niño interior atemorizado y herido. Si no podemos afrontar nuestros miedos internos, y tratamos de encubrirlos, no seremos capaces de aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, generando una falta de identidad propia, un vacío emocional, que trataremos de llenar con todo tipo de compensaciones y adicciones que nos apartarán del camino del encuentro del amor. Conocer e identificar nuestros miedos y vulnerabilidad permitirá curar nuestras viejas heridas y perder nuestros temores más profundos: ser abandonados y encontrarnos solos y, por tanto, poder abrirnos al amor en libertad, a la vida, desarrollando nuestra propia existencia, sentir, experimentar, vivir.

http://www.alfaomega.es/index.php?mdl=item&id=9788486797904

LIBERACIÓN - DECLARACIÓN UNIVERSAL

Poema de Alejandro Spangenberg
Liberación - Declaración Universal

En acto unilateral e inconsulto
declaro hoy la independencia total de mi ser

De aquí en adelante
habitaré en el territorio libre de mi espíritu
y sentaré las bases para la construcción
de la República Separatista de la Existencia Digna
Libre al fin de toda opresión
no importa donde esté ni que nombre lleve
mi lucha y el sentido de mi vida
estarán en la liberación de los niños
la defensa implacable e inflexible de la naturaleza
y todo lo que existe en este mundo maravilloso

Anarquista y amante me declaro
por tanto no obedeceré a nadie
y no pediré ser obedecido

Mi cabeza inclino sólo ante la muerte
y el misterio infinito de la vida

Mi humildad será la del guerrero
nacida del respeto y el asombro ante la creación
ni más ni menos que todo lo que existe

No habrá poder humano que doblegue mis convicciones
y en mi vida no habrá espacio para las concesiones
salvo para aquellas dictadas por el corazón
y escritas con la mano de la ternura

A mis hijos acunaré con mis propios brazos
y cuando estén listos los dejaré partir
libres como pájaros
volando hacia su destino

Sólo ante Dios decreto y reivindico
mi derecho a ocupar un lugar entre los misterios del Universo
y mientras las fuerzas incomprensibles que rigen mi destino
no determinen lo contrario
declaro que viviré mi vida con total intensidad
sin sujetarme al pensamiento ajeno
ni a las condicionantes de la sociedad
y el tiempo en que me haya tocado vivir

Asumiré mi destino cualquiera que éste sea
sin quejas ni renunciamientos
y aunque nunca lo logre
lucharé con todas mis fuerzas
por merecer y no desperdiciar
esta única e irrepetible oportunidad de estar vivo

Como sé que he de morir
cualquiera sea la forma de vida que elija
hoy con plena conciencia
decido vivir una vida con significado
sólo por placer
no porque espere recompensa alguna

Desde hoy en adelante
sólo creeré en los actos de los hombres
y no en sus palabras

Mis enemigos son y serán
los que luchan por la muerte
aprisionan la imaginación
persiguen la belleza
acumulan riqueza
castigan a los niños
humillan a los desposeídos
y pisotean la verdad
Sepan todos ellos que hoy
Ha comenzado la Revolución
Declaro que desde ahora
no me importará estar solo
y que únicamente aceptaré la compañía
de quienes amen la canción y el vino
vivan sin pedir permiso
y estén dispuestos a vivir por sus convicciones.

Por último decreto y asumo
mi derecho irrenunciable a existir
y elegir ser quien soy
libre al fin de las identidades heredadas
digo que mi hogar es el mundo
mi hermana la libertad
y que todas las noches
sin el más mínimo pudor hago el Amor

Así termino esta multitudinaria asamblea unipersonal
porque cada hombre que se libera redime a toda la humanidad
donde con absoluta irrespetuosidad
he decidido desobedecer a todos los poderes y autoridades
para convertirme en el único conductor de mi vida
Con toda la autoridad que emana de este acto
ante mí sello y firmo este compromiso

Alejandro Spangenberg
14 Agosto 1989 Año de la Serpiente


*Alejandro spangenberg es psicólogo fundador del Centro Gestáltico de Montevideo (posgraduado en el Instituto Gestáltico de Cleveland, Estados Unidos) y fue consagrado en el año 2000 como Hombre Medicina en la tradición del Camino Rojo, de las culturas nativas del Norte. Hace 12 años que lidera el Camino Rojo, por donde pasaron unas 250 personas.

CÓMO VIAJAR CON LOS DEMÁS (O SOLO)


REPORTAJE: PSICOLOGÍA
Cómo viajar con los Demás (o solo)
BORJA VILASECA 19/07/2009
Las vacaciones nos permiten romper con la rutina. Son una buena oportunidad para cultivar la gratitud y ser más pacientes con nuestros compañeros. O simplemente para conectar con el mundo y con uno mismo.
Viajar es la gran pasión de muchas personas. Un sueño que la mayoría podemos hacer realidad durante las vacaciones de verano. Al menos durante 15 días al año tenemos la posibilidad de escapar de nuestra rutina laboral para descubrir lugares remotos. Eso sí, teniendo en cuenta que la lejanía de nuestro destino será directamente proporcional a lo abultado que sea nuestro bolsillo.
Los viajes nos permiten conocer un poquito más el mundo en el que vivimos, pudiendo aprender de culturas con valores diferentes. Expandir la comprensión que tenemos acerca de nosotros mismos y del entorno del que formamos parte. Vayamos donde vayamos, viajar nos da la oportunidad de ver nuestra vida con otra perspectiva y, en ocasiones, también nos ayuda a relativizar nuestros problemas del día a día.
Dado que, por primera vez en la historia de la humanidad, la mayoría vivimos en núcleos urbanos, los viajes nos permiten visitar parajes exóticos y salvajes donde recuperar el contacto con nuestros verdaderos orígenes. Una vez regresamos a casa, en nuestro recuerdo siempre perduran aquellos rincones donde pudimos maravillarnos con la belleza que desprende la naturaleza en estado puro. Es decir, la que todavía no ha sido manipulada por la mano del hombre para convertirla en una atracción turística. Afortunadamente, a veces no hay que ir demasiado lejos para encontrar lo que andamos buscando.
VIAJAR EN GRUPO
“El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad”(Arthur Schopenhauer)
Para disfrutar al máximo de la libertad temporal, hemos de tener muy en cuenta que viajando es precisamente como mejor se conoce a la gente. Se produce una convivencia extrema. Sin ocupaciones laborales. Sin recados cotidianos. Sin distracciones. Sin intimidad. Sin excusas. Cada mañana, tarde y noche. Codo con codo. Desde el inicio hasta el final.
Ya sea con la pareja, con los padres, con los hijos, con los amigos o con personas totalmente desconocidas, viajar supone desvelar aspectos de nosotros mismos que no solemos mostrar a los demás. Más que nada porque la propia dinámica nos impide poder ocultarlos. En este tipo de convivencia afloran nuestras grandezas y nuestras miserias.
De ahí que la calidad de nuestro viaje no tenga tanto que ver con el lugar al que vamos, sino con la relación que mantenemos con las personas que nos acompañan. Si queremos amortizar económica y emocionalmente la inversión realizada, más nos vale saber elegir con quién viajamos. Y aun así, difícilmente podremos evitar los roces. Por esta razón, viajar en grupo siempre acaba siendo una inmejorable oportunidad para practicar el arte de convivir con los demás.
EL DESAFÍO DE LA CONVIVENCIA
“¿Por qué, en general, se rehúye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos” (Carlo Dossi)
Para viajar en grupo de forma pacífica es necesario que cada miembro se comprometa a llevar en su maleta cinco cualidades emocionales, imprescindibles para disfrutar plenamente de la experiencia. La primera es la paciencia, es decir, comprender que cada persona tiene su propio ritmo y que las cosas no siempre salen como esperamos. Basta con pisar un aeropuerto para corroborarlo: parecen espacios expresamente diseñados para quitarnos las ganas de viajar.
La segunda es la flexibilidad. Cada persona tiene prioridades diferentes a las nuestras, por lo que es fundamental saber adaptarnos a las necesidades de los demás. Para lograrlo hemos de limar nuestro egoísmo, que a veces se manifiesta en forma de rigidez. Al adoptar una visión más objetiva y una actitud más altruista, nos mostramos más cuidadosos con la relación que mantenemos con las personas que nos acompañan, lo que armoniza enormemente la convivencia.
La tercera es el respeto. Para incorporar esta competencia emocional en nuestro equipaje, basta con que nos preguntemos qué preferimos: ¿tener la razón o ser felices? ¿Imponer lo que queremos o estar en paz con nosotros mismos y con los demás? ¿Entrar en conflicto con nuestros compañeros de viaje o aprovechar la experiencia para fortalecer nuestro vínculo afectivo? Y es que más allá de lo que podamos ver y hacer, lo que verdaderamente nutre y llena nuestro corazón es lo que compartimos.
La cuarta es el sentido del humor. Saber reírnos de nosotros mismos con nuestros compañeros, así como de los contratiempos, es un antídoto contra cualquier enfado. Si bien nos ayuda a cultivar una sana complicidad con el grupo, también nos previene de la negatividad liberándonos de un vicio muy arraigado: el de amargarnos la vida.
Por encima de la paciencia, la flexibilidad, el respeto y el sentido del humor se encuentra la cualidad más necesaria de todas: la gratitud. Más que nada porque sin ella solemos perder de vista lo que de verdad importa. Cuando no somos del todo conscientes del enorme privilegio que supone viajar, podemos llegar a quejarnos, lamentarnos e incluso enfadarnos por pequeñas tonterías.
VIAJAR ES UN REGALO
“Cuando te enfadas tienes doble trabajo: desenfadarte y pedir perdón” (Pilar Romero de Tejada)
Que si el avión llega tarde. Que si el taxista nos ha intentado tomar el pelo. Que si el hotel es feo. Que si el desayuno no nos gusta. Que si hace demasiado calor. Que si hace demasiado frío. Que si la gente no habla inglés. Que si… Cuando adoptamos este rol tan susceptible y crítico, la lista puede ser interminable. Para evitar estropearnos el viaje a nosotros mismos y a los que nos acompañan, hemos de comprender que todos estos contratiempos forman parte de la experiencia de salir de nuestra rutina habitual.
Viajar no sólo es vivir aquello que deseamos, sino también dejarnos sorprender por aquello que no esperamos. Suceda lo que suceda, no hemos de olvidar nunca que cualquier viaje es en sí mismo un regalo. Lo más importante es tener la oportunidad de experimentarlo. En el año 2007 sólo uno de cada diez viajó al extranjero, según el Instituto de Turismo de España.
Aunque no es una práctica habitual en España, cada vez más personas se animan a viajar solas por el mundo. Y no en plan turista –con todo el paquete organizado por una agencia–, sino como mochileros, sin más compañía que nuestro equipaje, nuestro pasaporte y nuestra sombra. Más allá de descansar y disfrutar, el objetivo de estos viajes en solitario es precisamente aprender a convivir con nosotros mismos. De ahí que sean concebidos como una gran experiencia de aprendizaje y crecimiento personal.
VIAJAR SOLO COMO APRENDIZAJE
“Aprendes a estar solo cuando comprendes que nunca lo estás realmente” (Marc Oromí)
Para que tengan un impacto real, estas aventuras han de durar, como mínimo, entre 15 días y un mes. Se sabe de mochileros que viajan a solas durante meses e incluso años, mayoritariamente menores de 35 años, sin responsabilidades familiares y echando mano de los ahorros de toda una vida. Sin embargo, la simple idea de viajar en soledad incomoda y despierta cierto miedo en muchas personas. Algunos reconocen no comprender cómo alguien puede preferir viajar solo a hacerlo acompañado.
¿Qué voy a hacer solo tantos días? ¿Con quién compartiré esa espectacular puesta de sol en medio de la naturaleza? ¿A quién acudiré si me siento triste y echo de menos a mis seres queridos? ¿Qué haré si me meto en algún lío? Para responder a éstas y otras preguntas es imprescindible vivir la experiencia por nosotros mismos. Sólo así podemos escapar de la prisión en la que suele encerrarnos nuestra mente a través de temores y limitaciones ilusorios.
CONVERTIRTE EN TU MEJOR AMIGO
“Qué importante es en la vida no necesariamente ser fuerte, pero sí sentirte fuerte, midiéndote a ti mismo al menos una vez para saber de lo que eres capaz” (Christopher McCandless)
Desde un punto de vista emocional, los primeros días y semanas pueden llegar a ser duros. Al no estar acostumbrados a estar solos, hablamos con nosotros mismos en voz alta para sentirnos acompañados. De forma natural, nos abrimos más para relacionarnos con viajeros y nativos de la zona. Al tener tanto tiempo libre y nada obligatorio que hacer, poco a poco empezamos a conectar con lo que somos, con lo que hemos ido acumulando en nuestro interior. Durante estos viajes en soledad solemos vomitar estados de ánimo sepultados por distracciones cotidianas. Al vaciarnos por dentro, volvemos a casa como nuevos.
No en vano, la mayoría de las personas que apostamos por viajar en soledad buscamos precisamente eso: crecer y madurar emocionalmente. Más que nada porque al estar solos no nos queda más remedio que aprender a contar con nosotros mismos. Saber que pase lo que pase nos tenemos a nosotros mismos es una de las revelaciones más liberadoras que podemos experimentar. Por eso viajar solo suele potenciar nuestra autoestima y fortalecer la confianza.
Al viajar solos podemos aprender como en ningún otro contexto a ser felices por nosotros mismos. Autoabastecernos emocionalmente, consiguiendo estar a gusto sin necesidad de evadirnos o juntarnos con personas. Así se disfruta plenamente de cada momento. Y este valioso aprendizaje nos resulta muy útil para emprender nuestro verdadero viaje, que siempre comienza cuando volvemos.
Recorridos por lo desconocido
1. LIBRO
‘Hacia rutas salvajes’, de John Krakauer (Zeta Bolsillo). Un libro que analiza psicológica y filosóficamente la necesidad de algunas personas de viajar en soledad. Y lo hace narrando el épico viaje del joven Christopher McCandless, que entre otras hazañas relacionadas con “la búsqueda de la verdad”, vivió solo durante 100 días en el corazón de Alaska.
2. PELÍCULA
‘La playa’, de Danny Boyle. Leonardo DiCaprio interpreta a un joven americano que está cansado del turismo de masas, totalmente organizado. Durante un viaje en solitario por Tailandia decide ir en busca de un paraíso virgen e inexplorado. Por el camino conocerá aspectos de sí mismo y de la condición humana que jamás hubiera imaginado.
3. CANCIÓN
‘Enero en la playa’, de Facto Delafé. Música relajante para aprender a disfrutar del único viaje que comienza cada día: la vida.
Soltar lastre para la convivencia
Según un cuento tradicional chino, dos monjes budistas se encontraron con una mujer muy hermosa en la orilla de un río. Al parecer, la chica no se atrevía a cruzarlo por miedo a caerse en el agua. Sin dudarlo, uno de los religiosos la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla. El otro monje no dijo nada, pero se puso furioso. Lo que había hecho su compañero estaba prohibido: un monje budista no debía tocar a una mujer. Tras recorrer en silencio varios kilómetros y entrar en el monasterio, el monje que estaba enojado se volvió hacia el otro y le dijo: “Tendré que decírselo al maestro. Lo que has hecho está prohibido”. Y el otro, desconcertado, le preguntó: “¿De qué estás hablando?”. Atónito, el monje enojado le recriminó: “¡Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros!”. El otro monje se rió y dijo: “Es cierto. Yo la llevé. Pero la dejé en la otra orilla del río. Sin embargo, tú todavía la sigues cargando”.

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lunes, 20 de julio de 2009

QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

Muchas personas afirman que tienen tantos problemas que no pueden salir adelante y lograr colocar sus vidas al nivel en el que desearían tenerla. Es cierto que no todos cuentan con las mismas oportunidades, el mismo nivel de Autoestima, la misma preparación intelectual ni la misma base económica.
Sin embargo es factible persuadir que se tiende a engrandecer las dificultades, a convertirlas en nuestros verdugos y a disminuir y subestimar nuestra capacidad para resolverlas y avanzar creativamente.
En esta investigación se estudiará un poco más el interior de lo que engloba la palabra "AUTOESTIMA" para una mejor comprensión de su significado, ya que es un tema del que tanto se dice y tan poco se comprende. Para ello se citara su concepto desde distintos tipos de vista, cómo se forma, la vida con y sin ella, porqué se necesita, algunos comportamientos dependiendo del nivel de Autoestima poseído, cómo incide sobre las relaciones sociales y sobre el trabajo y su relación con la sociedad.
QUÉ ES LA AUTOESTIMA.
No existe un concepto único sobre Autoestima, más bien hay diferentes formas de entender lo que significa. Como todo, el significado de Autoestima puede entenderse a partir de varios niveles, el energético y el psicológico.
Desde el punto de vista energético, se entiende que:
Autoestima es la fuerza innata que impulsa al organismo hacia la vida, hacia la ejecución armónica de todas sus funciones y hacia su desarrollo; que le dota de organización y direccionalidad en todas sus funciones y procesos, ya sean éstos cognitivos, emocionales o motores.
De aquí se desprende:
_ Existe una fuerza primaria que nos impulsa hacia la vida.
_ Esa fuerza posibilita la realización de las funciones orgánicas armónicamente.
_ Esa fuerza nos permite desarrollarnos.
_ Esa fuerza nos permite tener una organización, una estructura.
_ Esa fuerza es responsable de nuestros procesos de funcionamiento, y tiene que ver con nuestros pensamientos, nuestros estados emocionales y nuestros actos.
Desde el punto de vista psicológico, puede decirse que:
Autoestima es la capacidad desarrollable de experimentar la existencia, conscientes de nuestro potencial y nuestras necesidades reales; de amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas generadas por los distintos contextos en los que nos corresponda interactuar.
De aquí se desprende lo siguiente:
_ La Autoestima es una disposición, un contenido, un recurso natural en el ser humano.
_ La Autoestima es desarrollable.
_ La Autoestima sólo existe relacionada con la experiencia de la vida.
_ La Autoestima está relacionada con el hecho de estar conscientes de nuestras potencialidades y necesidades.
_ La Autoestima está relacionada con la confianza en uno mismo.
_ Existen necesidades reales y otras que no lo son aunque a veces así lo pensemos.
_ La Autoestima está relacionada con el amor incondicional hacia uno mismo.
_ La Autoestima orienta la acción hacia el logro de los objetivos y el bienestar general.
_ Podemos tener limitaciones y a pesar de ello tener Autoestima.
_ Los eventos externos, las contingencias, no necesariamente deben afectar nuestra Autoestima., al menos no de manera estable o permanente.
Otros conceptos de Autoestima, relacionados de alguna forma con los que ya hemos expuesto arriba, sugieren que:
_ Es el juicio que hago de mi mismo.
_ La sensación de que encajo y de que tengo mucho por dar y recibir.
_ La convicción de que con lo que soy basta para funcionar; que no tengo que incorporar nada nuevo a mi vida, sino reconocer aspectos de mí que no he concientizado, para luego integrarlos.
_ La reputación que tengo ante mí mismo.
_ Es una manera de vivir orientada hacia el bienestar, el equilibrio, la salud y el respeto por mis particularidades.
Para efectos de facilitar la comprensión de todo lo expresado anteriormente, asumiremos que la Autoestima es siempre cuestión de grados y puede ser aumentada, ya que si lo vemos con cuidado, concluiremos que siempre es posible amarnos más, respetarnos más o estar más conscientes de nosotros y de la relación que tenemos con todo lo que nos rodea, sin llegar a caer en el narcisismo o egoísmo, que es cuando sólo podemos amarnos a nosotros mismos. Por eso utilizaremos expresiones como aumentar, elevar o desarrollar la Autoestima, para aludir al hecho de que alguien pueda mejorar en los aspectos citados.
De manera que sí es posible una potenciación de este recurso de conocimiento, aceptación y valoración de uno mismo.
Cuando nos referimos a personas o situaciones de poco amor o respeto hacia nosotros mismos, utilizaremos los términos "DESVALORIZACIÓN" o "DESESTIMA", como palabras que se refieren a una manera inconsciente de vivir que niega, ignora o desconoce nuestros dones, recursos, potencialidades y alternativas.
También es conveniente aclarar, que podemos tener comportamientos de baja Autoestima, en algún momento, aunque nuestra tendencia sea vivir conscientes, siendo quienes somos, amándonos y respetándonos. Puede también suceder lo contrario: vivir una vida sin rumbo, tendente al Autosabotaje y a la inconsciencia, pero podemos experimentar momentos de encuentro con nuestra verdadera esencia. Fragmentos de tiempo de inconsciencia y desconfianza en uno, no son igual que una vida inconsciente regida por el miedo como emoción fundamental. Lo uno es actitud pasajera, lo otro es forma de vida. Hay que distinguir.

Autor: Yagosesky, Renny

miércoles, 15 de julio de 2009

"LOS ANSIOLÍTICOS SON YA LOS FÁRMACOS MÁS VENDIDOS EN EL MERCADO"

Versión completa de la entrevista con Guillermo Rendueles aparecida el 4 de julio de 2009 en Público


Guillermo Rendueles es psiquiatra. Ha sido profesor de Psicopatologías en la Universidad de Oviedo y en la UNED de Gijón. Participó activamente en el movimiento antipsiquiátrico bajo el franquismo. En su último libro, Egolatrías (KRK, 2005), conjuga la psicología, la literatura y la filosofía para analizar la emergencia del Yo posmoderno, flotante, múltiple y discontinuo.
Si es cierto que la naturaleza de una sociedad se conoce a través de sus fallas y de sus grietas, ¿qué nos dice de la nuestra la proliferación galopante de sufrimiento psíquico en forma de depresión, ansiedad, estrés o mobbing? ¿Puede reconvertirse el sufrimiento individual en energía colectiva de transformación social?

¿Cómo está afectando la crisis a la salud mental? ¿Hay estudios? ¿Cuál es tu propia experiencia?
Hay una epidemia de consulta psiquiátrica, tratamientos y consumo de fármacos. Depende mucho de las zonas, pero se calcula que un 35% de la población está yendo a consulta o tomando psicofármacos. En algunos lugares la cifra se eleva hasta el 50% de la población total, incluyendo niños, ancianos… Por ejemplo en la zona donde yo trabajo, una barriada obrera en Asturias, hay un centro de salud mental para una población de 40.000 personas y tenemos más 20.000 historias, sin contar las de salud mental infantil. Pero estos datos hay que cogerlos con pinzas.

¿Por qué?
Si la cosa se toma así habría que poner una cruz de epidemia como las de la gripe, pero si tratamos de analizar la gente que llega al psiquiatra yo lo que veo es producto de un “pacto social de mínimos” tras la derrota de las clases obreras y populares. Desde arriba no se puede ofrecer ninguna solución auténtica a las causas del malestar, entonces se dice a la gente: “iros a quejar por ahí”. Y desde abajo se reclama: “dejadnos al menos un muro de las lamentaciones”. Y ahí se encuentran alivios mínimos: por ejemplo, si alguien vive en una casa sin tabiques donde hay mucho ruido, pues con una pastilla para dormir duermes. Es la suma de pequeñas respuestas al malestar que suman una cantidad enorme, porque las grandes patologías -esquizofrenia, trastornos bipolares, etc.- han variado muy poco. Lo que hay también en estas poblaciones son brotes autoritarios tremendos: familiares de enfermos que exigen tratamiento obligatorio, intervenciones continuas, esto está aumentando ahora y se dispara cuando hay un crimen o un caso así.
La psiquiatría es el coche-escoba que va recogiendo y aliviando mínimamente todo lo que no se trata de verdad en otros lugares: familia, barrio, trabajo o escuela. Por ejemplo, en Gijón hay más de 600 críos tomando anfetaminas para el síndrome de déficit de atención: se descontextualiza el malestar y ya no se trata en su sitio, en el aula, donde se puede hacer un análisis de esos malestares e intervenir eficazmente, sino fuera de lugar y con medicinas que a lo sumo sólo pueden paliar algo. En la psiquiatría se recoge tanto la malaria urbana que sufrimos como las falsas respuestas. Las cifras reflejan un malestar, pero el relato del malestar, descontextualizado, puede ser la picaresca de alguien que quiere sacar una baja laboral, la necesidad de ser escuchado cuando nadie te escucha, el alivio de un psicofármaco que permite dormir o bajar la agresividad (los psicofármacos son ya los medicamentos más utilizados del mercado), etc. Es un cajón desastre que cuantitativamente te dice muy poco, pero cualitativamente habla de más cosas.

¿Por ejemplo?
De una tendencia más profunda que no empieza con la crisis: el proceso de individualización, de la pérdida de cualquier cultura y saber popular. Esto se ve muy bien en el duelo. La gente antes se las arreglaba para elaborar las muertes de los seres queridos y hacerlo bien, espontáneamente. Pero hoy lo resuelve un psicólogo que en resumidas cuentas te dice lo siguiente: con la muerte del ser querido has perdido una inversión afectiva, el trabajo del duelo es sacar el afecto de esa persona y depositarlo en uno mismo y luego, poco a poco, en otros. ¡Son metáforas económicas atroces! Esa tecnificación y esos consejos tan burdos anulan toda la cultura popular: los ritos antiguos, todos los saberes sobre cómo enfrentar la muerte, cómo elaborarla con los vecinos, incluso los espacios físicos. Recuerdo una vez que tras la muerte de un ser querido les dijimos a los de la funeraria que no queríamos ir a un tanatorio y se planteó todo un problema. Y en el resto de la vida cotidiana pasa lo mismo: la psiquiatría, con unos saberes muy débiles pero flexibles, ha conquistado esos espacios de microculturas populares que permitían una asunción colectiva de los malestares y otros enfoques.

¿Por qué dices que son saberes débiles?
Miraba yo ahora la historia de los sistemas de psiquiatrización y de clasificación, que nacen del terror que les entró a los psiquiatras tras aquel experimento tan famoso de enfermedad mental fingida: investigadores internados como esquizofrénicos, tratados como esquizofrénicos y de los que se anotaron observaciones como si fueran esquizofrénicos. En EEUU ese experimento causó pavor porque inmediatamente los seguros dijeron: “ah, que la simulación es así de fácil, pues no pagamos a ningún enfermo la residencia psiquiátrica”. Eso creo una defensa terrorífica que trata de justificar los diagnósticos: la DSM-III. Pero el experimento en sí sigue siendo válido, yo puedo enseñar a alguien a fingir enfermedad mental en un día o dos y repetir ese experimento. Es una práctica con muy poca certeza teórica pero que permite incluirlo todo en ella: desde la infancia al duelo, pasando por el envejecimiento. Su debilidad es su propia fuerza. La psiquiatría, sabiendo muy poco, es muy flexible, se puede aplicar a todo.

¿Cómo es la gestión terapéutica del malestar en la crisis?
Franco Basaglia ya hablaba de la enfermedad y su doble, refiriéndose al manicomio, como lo que vemos no es el sufrimiento, sino lo que la psiquiatría dobla y reinterpreta. Ahora estamos asistiendo al doble del sufrimiento, que no es el sufrimiento real, sino lo que la psiquiatría recoge y recodifica.
Se han lanzado iniciativas distintas en EEUU, Francia o Reino Unido que incluyen la movilización de miles de psicólogos o las guías de auto-ayuda. En todos los casos se trata de desubicar, descontextualizar y despolitizar el sufrimiento reduciéndolo a lo íntimo y llevándolo al despacho del psicólogo. ¿Qué se dice a alguien que tiene estrés laboral? Individualízate más, defiéndete más, no te metas en nada, no te comprometas, protégete en tu pequeño mundo, tus pastillas, tus consejos psicológicos… La psiquiatría produce impotencia.
En España también pasa lo mismo, sólo que el trabajo estaba ya medio hecho con los niveles de psiquiatrización que tenemos en los centros de salud. Ahora se quieren ofertar, como propuesta gremial, equipos de atención y apoyo psicológico en la Atención Primaria. Un médico de medicina general ya está tratando a un 15 o un 20% de población a los que se recetan psicofármacos. Lo que se detecta ahora es una producción teórica perversa pero interesante que recoge elementos de las corrientes antipsiquiátricas para ampliar mercado: según estas propuestas, las enfermedades mentales no son enfermedades mentales, sino transtornos adaptativos, por tanto no las debe tratar el médico, sino el psicólogo. Pero si no son enfermedades mentales, pregunto yo, pues ni el médico ni el psicólogo, ¿no? ¿No habría que dar otros enfoques?
Es el pacto social de mínimos al que me refería: si no se puede dar ninguna respuesta real, por lo menos se trata de escuchar y gestionar el malestar para contenerlo y, de paso, desactivarlo políticamente. Los sindicatos aceptan esto pensando entrar por ahí para jubilar gente, etc. Las prejubilaciones y las bajas son un amortiguador, una espita importante de los conflictos.

En otra entrevista reciente que hice en esta misma sección, Frederic Neyrat hablaba de una nueva forma de gobierno basada en las catástrofes. Decía que esa gobernabilidad, para que nadie cambie, operaba de dos modos: conjuratorio (anticipador) y regulador (analgésico).
Es curioso, se corresponden con dos subespecialiades de la Psicopatología: la “gestión del riesgo” y las “técnicas de intervención en crisis”. La primera es una gestión de la peligrosidad social que por ejemplo etiqueta como “paranoides” a individuos considerados “factores de riesgo”. Siempre ha habido, en los grandes estallidos sociales, esos personajes que tenían un largo memorial de agravios y una gran capacidad para amotinar gente. La psiquiatría los etiquetaba de “paranoicos” y así los jubilaban. Últimamente, la función represiva aumenta, en parte por la presión de los familiares. En mi centro de salud puede haber 50 o 60 personas en tratamiento obligatorio: si no van a tomar la medicación hay que avisar al juez. Está en germen pero creo que vamos camino de una nueva ley de tratamiento obligatorio, un nuevo panóptico ambulatorio.

¿Qué otras protecciones son posibles?
Hay estudios que señalan que las redes sociales son el mejor remedio al recurso único y exclusivo a la pastilla. Por ejemplo está ese estudio, publicado y bendecido por la OMS, sobre el lugar con menor tasa de suicidios del mundo, un pequeño estado mejicano con índices mínimos donde existen unas redes sociales indigenistas muy firmes. La prevención de suicidios tecnológicamente más desarrollada (medicamentos, etc.) apenas disminuye el número de suicidios. Son las redes sociales, tradicionales o nuevas, las que mejoran la salud mental. Pero este saber no se desarrolla, se desprecia. Sólo se estudian las vulnerabilidades individuales. Aunque estudiar las redes sociales es relativamente sencillo: ¿cuántos amigos tienes en el trabajo? ¿Con quién pasas el tiempo libre? Pero no se hace, sólo se estudia cómo disminuye tal o cual medicamento las tasas de suicidio. Donde hay red social, donde hay cultura popular, donde hay apoyo para las desgracias de la vida, la visita al psiquiatra disminuye drásticamente y donde se ha licuado la sociedad la asistencia al psiquiatra se multiplica y los resultados son malos porque todo se cronifica. Es algo evidente. A veces hay que aprender a ver ese factor de protección de las redes sociales lateralmente. Por ejemplo, algunos estudios dicen que la religiosidad es una protección contra el riesgo de suicidio en países como España. Pero en los países protestantes pasa todo lo contrario, porque es sobre todo la red social, no tanto la religiosidad, la que verdaderamente te protege.
¿Qué experiencias conoces de asunción colectiva de los malestares?
Son restos de las pasadas resistencias. Se ve muy bien la regresión en los movimientos feministas que han sido los últimos en caer: saberes producidos a partir del propio cuerpo -práctica del aborto, métodos de anticoncepción- han sido colonizados y reconvertidos en centros de educación sexual, etc. Aquellas técnicas espontáneas del saber común de las mujeres han sido sepultadas bajo la tecnificación. En el momento en que esos centros piden subvenciones y empiezan a practicar abortos de un modo más o menos oficial, desviándoles casos que la seguridad social no admite, pierden inmediatamente ese saber.
En lo psiquiátrico pasa lo mismo. Yo cito mucho el caso de alcohólicos anónimos: hasta que no se convencen de que ni psicólogos ni psiquiatras les van a ayudar y empiezan a desarrollar técnicas propias, no encuentran modos de protección eficaz contra el alcoholismo. Hay todavía asociaciones de enfermos, no de familiares de enfermos, con capacidad de respuesta entre fase y fase de la enfermedad. Aquí hay una asociación de bipolares interesante en ese sentido: se promueven redes de apoyo, de detección, de prevención, charlas para los técnicos, etc. También hubo por aquí un grupo de agarofóbicos que funciono muy bien. En otros casos veo mucha picaresca. En el caso de la fibromialgia, en el momento en el que lo que se pide es apoyo legal para que se reconozca como una invalidez, ahí se mezcla todo: formas de saber sobre ese dolor que la medicina desconoce, picaresca, etc.
Lo que no hay ahora mismo es teoría: los reductos teóricos críticos a la psiquiatrización son mínimos. Lo comentaba yo hace poco contraponiendo a Castilla del Pino y a López Ibor: si se cogen las obras de López Ibor, la práctica de los psiquiatras de izquierda está mucho más fundada en sus teorías sobre las neurosis como enfermedades del ánimo. Y ahí está la lucha fundamental. En el momento en que ya no existe el movimiento antipsiquiátrico lo espontáneo que surge no tiene ningún alimento teórico, ningún apoyo de técnicos que “traicionen” esas prácticas dominantes.
El éxito de esa colonización ha sido brutal. Han desaparecido las resistencias tradicionales, esas de las personas que decían espontáneamente “yo no estoy de psiquiatra”, es decir, no lo necesito, puedo arreglármelas, algo muy habitual hace 20 o 30 años, contra esa propaganda de que los psiquiatras y psicólogos tienen solución a todo. Y por otro lado, los propios técnicos sociales de izquierda hablan de que lo que hay que hacer es higiene mental, prevención y todo eso. El panorama es muy negro.

Alguien ha dicho que la depresión es una forma moderna de huelga.
Cuando los antiguos trabajadores lo estaban pasando muy mal se autolesionaban. Era algo muy común. Sabotear dañándose. Poner una rodilla para que te diesen un golpe y recibir la baja laboral era una forma de resistencia. Algún líder comunista me ha comentado alguna vez su habilidad para dar martillazos en la rodilla a compañeros que no podían seguir trabajando en la mina. La depresión moderna a lo mejor tiene que ver con eso: más una autolesión que una huelga, un daño global, un daño lento, esa dificultad para seguir los ritmos laborales, para dar sentido a la vida y levantarse… Hoy en día faltan las antiguas compensaciones del trabajo: trabajar siempre fue muy jodido y por eso la gente antes se autolesionaba, pero si escuchas el discurso antiguo se ve que el trabajo era también un lugar donde cargar las pilas, contar las malarias del hogar, criticar a las mujeres, beber… Todo ese mundo ha desaparecido y hoy sólo queda lo privado. La función terapéutica, de estabilizar y desahogar hablando con los compañeros, hacer merendolas casi todos los días y no sólo por navidades, todo eso ha desaparecido y la depresión hoy es como una forma de autolesión. Es un sufrimiento real, no debe tomarse a broma, incluso el simulador más simulador no lo pasa nada bien, teniendo que contar esas cosas que a veces son humillantes y a veces son como la profecía que se cumple.

¿Con ese análisis tan negro, cómo haces en el día a día de tu profesión para no volverte un cínico?
Bueno… yo vengo de esas tradiciones comunistas que ven las batallas muy a largo plazo o muy perdidas. Soy duro, los que luchamos bajo el franquismo tenemos algo de supervivientes. No sé, no sé muy bien… Supongo que elijo el mal menor, contribuir a lo que pueda desde mi profesión…

Un discurso crítico muy lúcido puede producir al mismo tiempo mucha impotencia. Supongo que la clave podría estar en pensar el malestar no sólo como un síntoma que habla de una derrota, sino ver que esa intimidad herida tiene hoy mucho de común y podría ser la fuente de una posible nueva politización…
Sí, es evidente. Si se lograra colectivizar ese sufrimiento, que no parte de lo íntimo como dicen, sino de las relaciones sociales, desde luego sería un motor de transformación social. Porque el único remedio real consiste en crear redes seguras, estables, serenas. Lo único que existe contra la agarofobia o los miedos es que la calle sea siempre un sitio donde haya alguien que pueda echarte una mano si te pasa algo. Los críos que juegan en la calle y se pueden alejar sin tener miedo son los que saben que su madre siempre va estar allí si se pierden. La ansiedad viene por el contrario de no poder confiar en nada ni en nadie. La tristeza y los malestares son un fermento del que podría salir fuerza revolucionaria. Y los que deberían tratar el mobbing o cualquier proceso de stress deberían ser los sindicatos, los colectivos de empresa, lo que sea, pero contextualizando, con los valores que hay allí, no con los valores del psicólogo…
Somos una especie tan irracional que no deberíamos tolerar la irracionalidad social, necesitamos prótesis colectivas para evitarnos las locuras individuales. Pero la tendencia es otra: el triunfo de la psicologización social. La psiquiatría es la práctica que más se ha extendido y que más población trata, pero con el mínimo saber. Se trata de una derrota política, no de que se hayan elaborado de un tiempo a esta parte nuevos argumentos científicos. Los neurolépticos son la mercancía ideal, porque no necesitan probarse científicamente como un antibiótico o un anticanceroso. Y la psiquiatría de izquierda ha sido colonizada también enteramente por los laboratorios, que pagan los congresos con todo su boato. Lo que a mí más me fastidia es no tener compañeros, interlocutores, esa pobreza teórica de que te hablaba antes. Sólo encuentro complicidades en gente muy mayor, la gente más joven no conoce a Basaglia, Cooper, Laing… Entre los psicofármarcos y la psiquiatría oficial han ahogado esas otras formas de leer lo que pasa. Es verdad que antes la psiquiatría oficial era muy rígida y eso ayudaba a la crítica, hoy se ha hecho más flexible…

Artículo aportado de Público.es

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