lunes, 4 de mayo de 2009

Nuestra dependencia infantil y la irracional exigencia de querer ser rescatados

Noticia extraída de la web elsiglodedurango.com.mx

Os paso una noticia extraída de la Web elsiglodedurango.com.mx que me ha parecido interesante, fue publicada el pasado día 24 de enero del 2008 por Jacinto Faya Viesca. Espero que os ayude.



Por: Por Jacinto Faya Viesca - 24 de ene de 2008.
?Cuando una persona es dueña absoluta de sí misma ? nos dicen los psicoanalistas Newman y Berkowitz ? cuando sabe sin duda alguna quién es, y es lo que es, está en condiciones de abrirse verdaderamente a los demás. Cuando dejamos de luchar para obtener de la gente lo que no nos pueden dar, podemos empezar a disfrutar aquello que pueden ofrecernos. El ser humano tiene la capacidad suficiente para compartir todo un mundo con sus semejantes, pero primero debe poder acceder a su propio mundo?.
Para lograr lo anterior, nos resulta indispensable tener la valentía necesaria para romper nuestros vínculos de dependencia infantil con nuestros padres, aun y cuando ya hayan fallecido. Como adultos, frecuentemente nos comportamos como niños indefensos, pues le tenemos un miedo terrible a quedarnos solos y en el desamparo. Pero una vez que nos hemos dado cuenta de que ya somos adultos, y que es imposible que nuestro padres nos quieran como nosotros de niños lo exigíamos, nos percataremos de que el único camino que nos queda es hacer a un lado estas exigencias irracionales y actuar como adultos. Si seguimos sintiendo como niños dependientes, nuestro comportamiento con los adultos no será una relación entre iguales.
Si pretendemos, ya de adultos, que nuestra relación con los demás tenga la intimidad o el cobijo de esa relación con nuestros padres cuando éramos niños, nos sentiremos muy mal, pues nuestro mundo sentimental infantil es imposible que siempre lo guardemos, y además, sería contraproducente, pues los otros no van a estar pendientes de curar nuestro desamparo y dependencia infantil. Pretender sentirnos seguros en nuestro mundo de adultos como cuando nos sentíamos en los brazos de nuestra madre, y exigir que se nos resuelvan nuestros problemas como se nos resolvían cuando éramos unos niños, es, verdaderamente, una locura. Y lo es, porque al final de estas irracionales exigencias se encuentra el querer desesperadamente tener la intimidad y amparo de volver a estar en el seno materno.
Si continuamos manteniendo nuestra dependencia infantil, es absolutamente lógico que temamos a la libertad, a la independencia, y a la responsabilidad. El mundo real, el mundo de adultos, no nos puede jamás garantizar la estabilidad, ni asegurarnos que nada malo nos pasará. Las desgracias, los fracasos, las pérdidas de todo tipo, se dan para todos nosotros. Pero es indispensable que tomemos conciencia, que nuestras relaciones con los demás, de adulto a adulto, pueden ser riquísimas en todos sentidos. Nacimos solos y moriremos solos. Pero mientras estemos con vida, contamos con lo necesario para hacerle frente a nuestra existencia.
Nada más dañino que pensar y sentir que necesitamos de un protector, como un padre sustituto, al igual que cuando éramos niños. Si en nuestra infancia no se nos hubiera protegido, habríamos fallecido en unos pocos días. Y ya de adultos, habrá ocasiones, como en una enfermedad o accidente, en que necesitemos la indispensable ayuda de otros, y que de no tenerla, podríamos dejar de existir. Sólo que ésta última consideración es muy distinta al adulto que ?siempre? quiere contar con la seguridad emocional de tener a su servicio uno a muchos protectores. De esta dependencia infantil, se deriva la conducta de muchos adultos de pasarse toda su vida buscando protectores, como si fueran niños de válidos y desamparados.
Muy seguramente, nos dice Critilo, en el fondo de esa búsqueda permanente de protectores, subyace un sentimiento muy profundo de que otros vengan hacía nosotros y nos rescaten. ¿Nos rescaten de qué? Por supuesto, que de nuestros sentimientos de invalidez, impotencia y desamparo. Y es que inconscientemente, pensamos que si ?otros? vienen y nos rescatan, es por el hecho de que sí valemos. Y como nuestro sentimiento es que valemos poco, al ser rescatados creemos (falsamente) tener la prueba de que sí valemos. Por su puesto, que este afán de ser rescatados responde a nuestra misma dependencia infantil; y por supuesto, también, de que si se diera ese supuesto rescate, no confirmaríamos nuestra valía ni se extinguiría nuestro sentimiento de dependencia infantil. No somos conscientes de que todos valemos por el solo hecho de ser personas y porque así lo hemos decidido nosotros.
¡Tengamos la bravura de vivir entre las dificultades luchando como adultos! ¡Tengamos la absoluta confianza de que cada uno de nosotros cuenta con lo propio, y que eso propio (fuerzas, educación, experiencia, carácter, etc.) es absolutamente suficiente para salir adelante!

Descargar noticia pdf



www.elsiglodedurango.com.mx

www.yolandaruiz.es

Adaptación de AMC Gestión Personalizada sobre un diseño de Dzelque Blogger Templates 2008